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@ Ludwig Laborda
2023-03-20 17:39:52¿Quién no ha escuchado alguna vez la expresión “el dinero no compra la felicidad”? Es una oración bastante común y, por supuesto, tiene sus detractores y sus defensores.
Quienes están en contra de esa idea sostienen que sí compra la felicidad porque permite acceder a aquello que satisface mis deseos. En contraste, quienes defienden que el dinero no compra la felicidad afirman así pensando en la autorrealización.
Yo pienso que ambas posiciones aportan algo al tema. ¿Por qué suelen verse como posiciones contrarias? ¿De qué manera se integran ambas? Esas son las preguntas que intento responder.
Para ello, me gustaría explorar el concepto de felicidad primero. Luego, haría otro tanto con el dinero y ya con eso podría conectar ambas ideas y así exponer la relación que hay entre dinero y felicidad.
La felicidad y la subjetividad
Conceptualizar emociones es todo un reto. Aunque todos las sentimos, cada quien las vive de forma particular. Aún así, tanto la etimología como la mitología pueden servir de ayuda.
La felicidad es la cualidad de ser feliz. Sencillo, ¿no? Y sí, a mí también me fastidia cuando los diccionarios definen palabras de esa forma. En todo caso, el Diccionario de la Real Academia Española salva el día con una de sus definiciones:
- f. Estado de grata satisfacción espiritual y física.
Antes de ahondar en esa definición, me gustaría explorar un poco el concepto de feliz. Ese adjetivo viene del latín felix, felicis que quiere decir ‘fértil, fecundo’. Esta concepción está muy asociada a la tierra y a los árboles.
En efecto, una semilla es potencialmente un árbol y se sirve del suelo como fundamento para germinar, sostenerse, alimentarse, y crecer. De una semilla así y de una tierra con las condiciones adecuadas decimos que es fértil, fecunda, feliz. Tiene, pues, felicidad.
En general, el latín tenía tres formas de denotar el adjetivo ‘feliz’:
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Fortunatus, o colmado de suerte o fortuna.
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Beatus, o colmado de bienes o riqueza.
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Felix, o beneficiado por la fecundidad.
El mito detrás de la felicidad
Por otra parte, en los mitos griegos, la felicidad está retratada en Eufrósine, una de las tres Gracias o Cárites. En conjunto con Aglaya (Belleza) y Talia (Abundancia), Eufrósine (Felicidad), ellas representan lo que deseamos a los demás cuando decimos ‘gracias’.
Es decir, con esa palabra tan sencilla y común deseamos a los demás que la vida esté llena de belleza, felicidad y abundancia.
Algo muy curioso de las tres Gracias es que están asociadas con Hades y Deméter (misterios eleusinos). ¿Recuerdas que ‘feliz’ está asociado con lo fértil y fecundo?
Pues bien, hay todo un mito extenso que explica la relación entre Deméter, la diosa de la fertilidad de la tierra, y Hades, dios del inframundo o el subsuelo, de la muerte que da vida.
Del drama surgido por el secuestro que perpetra Hades contra Perséfone y la resolución a la que llega con Deméter surgen las estaciones y el ciclo vida/muerte que ocurre todos los años.
Esas condiciones son las que hacen posible que la vida se desarrolle, la semilla y el suelo sean fértiles, fecundas, felices. ¿Y es que acaso no produce felicidad comer del fruto del esfuerzo propio?
La subjetividad detrás de la felicidad
Ahora bien, con todo lo dicho, podríamos decir que la felicidad es el desarrollo de la semilla interna que reside en nuestro corazón. En otras palabras, identificar nuestra esencia, nuestra semilla, sembrarla en terreno fértil y expresarla a través de la acción.
¿Son todas las semillas iguales? Por supuesto que no. Tú y yo tenemos una esencia, una semilla particular. ¿Cuál es? Descubrirla es el propósito de la vida. Cultivarla y compartirla es lo que le da significado a la existencia.
De ahí que la fuente de la felicidad sea diferente para cada uno de nosotros. También es la razón por la cual la felicidad es subjetiva, es decir, cada sujeto, cada ser humano encuentra felicidad de diferentes formas.
El dinero y la subjetividad
Ahora es el turno de explorar el concepto del dinero. Esta vez no usaremos la etimología y la mitología como estrategia, aunque es posible hacerlo. Más bien, usaremos la Teoría Económica. Especificamente, usaremos las conceptualizaciones que Carl Menger compartió en sus Principios de economía política.
Menger clasifica las cosas en función de las ideas que quien actúa tiene sobre la cosa. De esa forma:
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La cosa es un bien cuanto satisface un deseo directamente.
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La cosa es una mercancía cuando se emplea para adquirir bienes.
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La cosa es un dinero cuando se usa por muchos como medio de intercambio para adquirir bienes.
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La cosa es un capital cuando se usa en procesos creativos que permiten producir bienes.
Todas estás funciones que quien actúa adjudica a la cosa en relación con del deseo quiere satisfacer apunta a alcanzar un estado de bienestar. De ahí que la categorización de la cosa en bien, mercancía, dinero o capital sea subjetiva o intersubjetiva según el caso. La suma de la posesión de tales cosas es la riqueza.
Dicho de otra forma, la riqueza es subjetiva. La riqueza es la satisfacción de mis deseos. Mientras más deseos tenga satisfechos, más rico soy y viceversa. En ese sentido, los bienes, las mercancías, los dineros, los capitales que uso activamente para satisfacer mis deseos me hacen rico.
No obstante, no es la mera posesión de ellos lo que me hace rico sino su uso activo en la satisfacción de deseos. Es esa satisfacción la fuente de la riqueza. No las cosas por sí mismas. Las cosas son medios para ser rico y me vuelvo rico cuando las uso.
Ahora sí, a responder las preguntas planteadas
Con todo lo dicho anteriormente, es hora de regresar a las preguntas iniciales. ¿Por qué se dice que el dinero no compra la felicidad? Hay dos posiciones que, en principio parecen contrarias. Ahora bien, ¿por qué suelen verse así? ¿De qué manera se integran ambas?
Decíamos que hay quienes dicen que el dinero sí compra la felicidad porque tienen presente la satisfacción de deseos. En tanto que hay quienes ponen el énfasis en la autorrealización o en el desarrollo de la esencia interna del Ser.
Estas dos concepciones del tema suelen verse de forma diferente porque ambas se están enfocando en aspectos diferentes de un mismo punto. Es como el cuento de los ciegos tocando el mismo elefante desde diferentes partes.
Para mostrar cómo ambas concepciones se integran, creo que es mejor usar un ejemplo. Imagina que alguien descubre que su propósito en la vida es enseñar.
Luego de mucha introspección, se da cuenta que la curiosidad es innata y siente la urgencia espontánea de enseñar. Ese es su deber. Vivir sin enseñar lo que aprende a través de la curiosidad es una vida sin sentido.
En un escenario así, no podría conocer la felicidad. Como ya tiene esto claro, planea dedicarse a la enseñanza. Para expresar su urgencia interna, su llamado interno, debe actuar. Y es aquí donde operan los elementos de la acción humana:
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Fin: Enseñar lo que aprende a través de su curiosidad
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Valor: Permite expresarse y tener una vida con sentido a través del fin.
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Medios: Todo lo necesario para hacer posible el fin valorado.
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Utilidad: Idoneidad de los medios disponibles para alcanzar el fin valorado.
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Escasez: Disposición de los medios útiles para alcanzar el fin valorado.
¿Y cuáles son estos medios?
Los medios son los bienes, mercancías, dineros y capitales que el individuo que actúa juzga como convenientes para alcanzar su fin.
Dicho de otra forma, incluso visto desde la autorrealización del Ser, el dinero, uno de los medios de la acción humana, cumple un rol fundamental en la ejecución del plan de vida.
Es imposible para cualquier ser humano crear aislado. El proceso creativo requiere la intersubjetividad y las interrelaciones humanas. Todos los medios requieren de la participación de un montón de individuos participando en el mercado.
Todos ellos, lo sepan o no, buscan la autorrealización a través de la cooperación social que permite el mercado. Y es justamente por la subjetividad del valor que los bienes se producen, las mercancías se intercambian, los dineros se usan para pagos y los capitales se emplean para producir.
Sin duda alguna, los medios no son el fin. No son ni los bienes, ni las mercancías, ni los dineros, ni los capitales el fin. ¿Cuál es el fin? La satisfacción de los deseos. ¿Cuáles deseos? La expressión de la esencia interna, consumar y compartir el propósito de vida.
Y es por esto que el mercado se me hace una institución social sumamente hermosa. Yo estoy vivo gracias a Uds. Yo escribí esto gracias a Uds. Yo puedo satisfacer mis deseos gracias a Uds.
Aquí está la razón principal por la cual no puedo ser misántropo, pero sí optimista por el futuro de la humanidad. El mercado es hermoso, las relaciones humanas son hermosas.
¡Gracias!